La Literatura Como Estrategia Didáctica

La Literatura Como Estrategia Didáctica

LA LITERATURA COMO ESTRATEGIA DIDÁCTICA

Los procesos de lenguaje desde edad temprana son base fundamental para que se reconozca el contexto socio-afectivo en el que se esta desarrollando nuestra persona como sujeto social, es a partir de allí que el niño inicia sus primero pases de lenguaje desde su primer dibujo o su primera palabra como «mamá o papá» reconociendo de forma natural figuras de afecto. Por eso la importancia de potencializar este ejercicio desde el hogar, con un apoyo inminente de la escuela a través de didácticas efectivas, que entenderemos en el siguiente artículo.

El concepto de cultura escrita que algunos autores han desarrollado, se ha definido y relacionado con los procesos que realiza el niño al interactuar con la literatura y la gramática. Dichos procesos permean todos los ámbitos de la vida en cuanto que el niño plantea sus hipótesis de cómo funciona el lenguaje desde la sociedad, con sus pares y en la escuela. La relación que se da entre el niño y la escritura y la lectura se ven permeadas por las relaciones que se establecen en los contendidos que llegan a los niños mediante la literatura, la oralidad, y de igual forma con la alfabetización.

La adquisición de la lengua, así como la estimulación de procesos lecto- escriturales se da como un hecho característico de la sociedad a la cual pertenece el niño y de la cual tiene un acervo y patrimonio literario que le da las bases para comprender lo que lee y de el mismo modo, comprender su realidad y contexto. La literatura y la escritura como prácticas socioculturales es por ello que la cultura escrita aporta a un análisis crítico en cuanto a lo que se enseña (textos- cuentos infantiles- poemas) en cuanto a las necesidades comunicativas que tiene el niño al momento de ingresar la escritura y lectura.

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Se conceptualizan la lectura como una práctica social contextualizada, es así que el encuentro de los niños con la cultura escrita y oral se da desde muy temprano en la edad escolar, es por ello que la escuela debe ser un espacio abierto a reflexionar y proponer didácticas acordes a las necesidades comunicativas y sociales del estudiante. Así como también, en el marco académico se debe reconocer que la literatura y la gramática son prácticas sociales que van más allá de la codificación o decodificación y que la lectura se debe ver como una producción de ideas, e hipótesis en los niños. Por otra parte, la investigadora en educación para la primera infancia, según Isaza (2005) nos habla de la importancia de que los niños se descubran como productores de textos, así mismo, mediante estos procesos, los estudiantes aprenden en el aula hablando y escribiendo con sus pares en un intercambio en donde el conocimiento es retroalimentado entre ellos y el docente. En el mismo orden de ideas, se busca que la escuela favorezca estos contactos en el procesos de adquisición del lenguaje escrito y la participación activa donde cada niño verbalice sus reflexiones sobre el cómo opera su aprendizaje y lo desarrolle en el marco de sus necesidades.

Los primeros acercamientos a la literatura en los niños se dan mayormente en las primeras etapas escolares. Es aquí donde el lenguaje se prioriza en las relaciones entre el mundo social y personal del estudiante que organizan los discursos en los que se desenvuelve el niño en su entorno determinando sus relaciones sociales, que a su vez están mediadas por los textos y la oralidad. De igual forma, al hecho de que la vida social, en parte, está medida por textos. Estos en la escuela se convierten en bases de construcción de sentidos y una aproximación y comprensión del otro y del mundo que lo rodea.

“El concepto de cultura escrita alude simultáneamente a dos fenómenos claramente distinguibles y, sin embargo íntimamente vinculados. Por un lado, se refiere a la cultura que se escribe: desde las grandes obras literarias y tratados científicos donde se resguarda la experiencia humana y su conocimiento acumulado (…) Por otro lado, la cultura escrita alude a la cultura que surge al usar la escritura; las prácticas, usos y convenciones de la palabra escrita enraízan en contextos específicos, relaciones de poder y la vida comunitaria de las personas. En este sentido, la noción de cultura escrita agrupa tanto a los textos como a sus dimensiones históricas, sus contextos de uso, sus formas y, sobre todo, la ubicación de la escritura en cuanto uso de lenguaje en un tejido social” citar Es en este punto donde la escuela se debe convertir en un espacio en donde se propongan situaciones en donde la literatura no se reduzca a asimilación de contenido, sino, que se establezca esta como la apertura a la cultura y al patrimonio literario. Asimismo, la producción y de ideas donde el estudiante reflexione sobre lo que lee; y de esta manera convertirse en partícipes de su propia construcción simbólica de la sociedad, convirtiéndose en productores y lectores de textos.

En el mismo orden de ideas, la cultura escrita busca convertir e integrar el texto donde el lector se involucre y lo que lee tenga una dimensión cultural. Esto quiere decir que el espacio académico se convierta en un laboratorio social en donde las necesidades sociales y la escuela se relacionen generando, y produciendo condiciones de pensamiento crítico.

El acercamiento a la literatura en los primeros años escolares debe ser fortalecido con didácticas que incidan de manera significativa en futuros procesos lectores en los estudiantes. Es por esto, que se convierte en un reto para el docente ya que debe mediar con la enseñanza de la lectura y la escritura como herramientas relacionadas entre sí convirtiendo la literatura en un articulador dichos procesos. Asimismo, los procesos lectores favorecen el desarrollo de otros aspectos importantes en la formación del estudiante, tales como: desarrollo de la comprensión lectora, manejo de las emociones, construcción de relaciones sociales, creación de significados y visiones de mundo. “La Literatura proporciona un vivir a través, no [solamente] un conocer sobre. Naturalmente, esto permite que el aula se convierta en un espacio de discusión de sentidos, de vivencias y emociones.” (Casas., 2006, pág. 43)

Escrito por: 

Sonia Janneth Estupiñan Castro

Licenciada en Lingüística y literatura

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